Es inevitable tener enemigos; y los hay en diversas formas y maneras.
Está el enemigo abierto, que declara su enemistad o su malquerencia, aunque no tan fácilmente declare su odio, porque siendo el odio una pasión tan degradante, casi nadie se atreve a confesarlo.
Y está el enemigo encubierto, casi siempre gratuito, que esconde su sentimiento venenoso detrás de un gesto cortés, y hasta detrás de una sonrisa o de una zalamería. (conosco una asi, que se pinta como el mejor ser humano y le encanta hacerse la victima)
El primero, normalmente es un enemigo que se sintió ofendido por un hecho concreto. El segundo, casi siempre es el enemigo que envidia, que desahoga su impotencia o su frustración en el ataque artero y sutilmente ponzoñoso.
Me viene a la mente este poema de Jose Marti
NO TENER ENEMIGOS
"Dicen que triste cosa es no tener amigos,
Pero más triste es no tener enemigos.
Porque quien enemigos no tenga,
Es señal de que no tiene,
Ni talento que haga sombra,
Ni bienes que se le codicien,
Ni carácter que impresione,
Ni valor temido,
Ni honra de la que se murmure,
Ni ninguna cosa buena que se le envidie".
José Martí (1853-1895)
Y como dijo Frank Sinatra:
Para tener éxito hay que tener amigos, para tener mucho éxito hay que tener enemigos.
